El apagón eléctrico experimentado por el conjunto del sistema eléctrico peninsular el lunes 28 de abril ha tenido graves consecuencias personales y económicas. Al mismo tiempo, y como es esperable, la excepcionalidad del evento ha generado una intensa discusión en los medios de comunicación y también en el ámbito político.
En ese contexto, Fedea publica hoy un trabajo de Diego Rodríguez (UCM y Fedea) en el que se intenta contribuir a un mejor entendimiento del entorno en el que se ha producido el corte de suministro eléctrico en la península ibérica y aportar algunas ideas muy preliminares sobre sus posibles causas y consecuencias. A ese respecto, el autor indica la enorme prudencia que en estos momentos debe tenerse a la hora de tratar de identificar la causa desencadenante del evento, aunque sea posible delinear con cautela algunas hipótesis más plausibles que otras. Con esa misma prudencia, también indica que se pueden plantear algunas ideas preliminares sobre qué consecuencias regulatorias puede tener este grave incidente, que es inédito en la historia del sistema eléctrico peninsular, aunque no en los sistemas no peninsulares.
Con efectos ilustrativos, el autor comienza describiendo la cronología de eventos en el apagón sufrido por la isla de Tenerife en julio de 2020 y el proceso de recuperación posterior. Ello le lleva a valorar positivamente la capacidad de reposición del conjunto del suministro en el territorio peninsular tras el apagón inicial del lunes, en un periodo de tiempo que no difiere significativamente del que fue necesario en un evento de menor tamaño y complejidad como el experimentado en Tenerife.
En relación con las causas, una vez descartada por el Operador del Sistema (OS) la existencia de una intrusión en sus sistemas, en el trabajo se apunta a un posible inicio de la secuencia como resultado de eventos muy localizada geográficamente. Sin descartar que estos pudiesen estar vinculados con parques de generación renovable, parece más probable que tengan que ver con plantas de generación térmica. Seguidamente, el autor comenta que el sistema incorpora diversos mecanismos para la restauración del equilibrio generación-demanda en la red, y señala que una cuestión básica a resolver es por qué estos han fallado, y en particular por qué, en un evento de desconexión inicial de generación, no se ha producido una desconexión automática (deslastre) suficientemente rápida de unidades de demanda.
Asimismo, el autor indica que la dimensión geográfica es básica en el análisis y que la información públicamente disponible, muy agregada desde el punto de vista espacial y temporal, no es la adecuada para un análisis del evento. A ese respecto recuerda que la información de telemetría y de los centros de control que se requiere estará siendo compilada ahora mismo por el OS, que es quien tiene toda la información y conocimiento técnico necesario para poder llegar a conclusiones.
En el trabajo se explica también que no todas las tecnologías de generación contribuyen de igual modo a la estabilidad de la red. Cuando se produce un desequilibrio entre oferta y demanda, esto se traduce en un alejamiento de la frecuencia eléctrica del nivel que permite el correcto funcionamiento del sistema, en última instancia llevándolo al colapso. Sin embargo, este fenómeno será más lento y corregible cuanto mayor peso tengan en la generación total las fuentes de generación síncrona, vinculada a centrales térmicas, nucleares o hidráulicas. En consecuencia, el OS tendrá que analizar si hubo poca capacidad de respuesta automática al control del desequilibrio de generación-demanda por una posible escasez de capacidad de generación síncrona acoplada al sistema, bien en el conjunto del sistema o bien en la zona geográfica en la que se iniciaran los problemas.
En relación con las consecuencias, en el trabajo se señala que, una vez se identifique con precisión la sucesión de acontecimientos, será el momento de que el OS y los reguladores competentes actúen para que un suceso de este tipo no se vuelva a producir. Al no conocer en estos momentos la naturaleza del proceso que ha llevado al apagón no se puede adelantar cuáles podrían ser los cambios necesarios, que podrían afectar a los procedimientos de operación o exigir el refuerzo de determinados equipamientos, bien de red o de generación/almacenamiento.
En este contexto de prudencia por la ausencia de una identificación de las causas, el autor realiza algunas reflexiones preliminares sobre las vías disponibles para reforzar la seguridad en la operación en el sistema. Una de ellas sería invertir en una mayor capacidad de almacenamiento, que proporcione flexibilidad al sistema y contribuya a la corrección de desequilibrios incipientes. En ese sentido, recuerda que el panorama del almacenamiento (bombeo y baterías) en España continúa marcado por la parálisis en la entrada que, en buena medida, está a la espera del desarrollo regulatorio del mecanismo de capacidad.
Por otro lado, indica que este grave incidente apunta a la necesidad de conservar firmeza en el sistema. En ese sentido, alerta sobre los riesgos de un cierre temprano del parque nuclear existente, ya que este aporta de forma constante un volumen de firmeza e inercia que es importante mantener en un contexto de fuerte penetración de generación renovable, especialmente la solar fotovoltaica. En relación con el papel de la nuclear en el proceso de reposición de servicio, indica que no habrá sido relevante ya que este proceso se habría basado en la generación hidráulica, cuya producción es fácilmente gestionable, escalable y no requiere de energía del sistema para su arranque inicial.
El autor finaliza señalando que no tiene sentido demonizar unas tecnologías de generación en favor de otras. Existe un consenso general sobre la necesidad de integrar un porcentaje creciente de generación renovable y la experiencia sugiere que los mecanismos de resolución de problemas ya existentes permiten integrar perfectamente la actual generación fotovoltaica y eólica. Es más, deberán permitir integrar sin mayores problemas técnicos contingentes crecientes de generación fotovoltaica y eólica en el futuro, como ocurre en otros sistemas eléctricos. Pero también indica que, más allá de las lecciones a aprender una vez se conozcan con precisión las causas del apagón, este ha puesto de manifiesto la necesidad de volver a recordar que la seguridad de suministro, y por tanto la necesidad de asegurar firmeza, flexibilidad y condiciones que aseguren el funcionamiento seguro del sistema es algo que concierne a todos y, de modo prioritario, a los responsables de la política energética. Una seguridad que, obviamente, tiene un coste.
Documento completo
Rodriguez, D. (2025). “El apagón eléctrico: sobre causas y consecuencias”. FEDEA, Colección Apuntes no. 2025-20, Madrid.