Los Planes Nacionales Integrados de Energía y Clima (PNIECs) son el instrumento básico en el que se recogen los objetivos de los estados miembros de la UE en materia de descarbonización y las medidas con las que se pretende cumplirlos. La normativa europea recoge la obligación de los Estados Miembros de proceder a su actualización en 2024, contemplando para ello los nuevos objetivos europeos asociados a la transición energética. El Gobierno español ya ha remitido el borrador de la actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, que será valorado y recibirá recomendaciones por parte de la Comisión Europea (CE). Con esas recomendaciones, junto a las opiniones recabadas en el proceso de consulta pública abierto tras la remisión del borrador, el Gobierno deberá desarrollar una versión final.
En ese contexto, Fedea publica hoy un trabajo de Diego Rodríguez (UCM y Fedea) en el que se analiza y valorael borrador actualizado del PNIEC español, comparándolo con su versión actual y, en la medida en que es posible, con la trayectoria seguida por las principales variables de interés en estos primeros años de la década. El trabajo parte de considerar que la fijación de objetivos ambiciosos, acompañados del correcto desarrollo de instrumentos, es una condición necesaria para progresar rápidamente hacia la imprescindible descarbonización de la actividad económica. En ese sentido, se constata cómo el borrador de revisión del PNIEC incorpora el aumento del grado de ambición de los objetivos europeos propiciado por el Plan Verde Europeo y por las diversas iniciativas derivadas de la crisis de precios energéticos y de las incertidumbres sobre la seguridad energética en el conjunto de la UE. El autor valora positivamente la ambición del PNIEC, pero observa que algunos de los nuevos objetivos fijados en el mismo pueden ser difíciles de cumplir.
En primer lugar, el informe indica que el aumento en el objetivo de capacidad de generación renovable que se incorpora en la revisión del PNIEC implicaría un ritmo sostenido muy elevado de expansión en los próximos años. En el caso de la generación fotovoltaica debería, al menos igualarse, el mejor año registrado hasta la fecha. En el caso de la generación eólica el objetivo marcado es aún más exigente, aunque contaría con el aún incierto apoyo del comienzo del despliegue de la eólica flotante. En cualquier caso, además de la aparición de cuellos de botella materiales y humanos que puedan frenar el despliegue de la nueva generación renovable, el autor enfatiza el papel crucial de la capacidad de almacenamiento, tanto para la gestionabilidad del sistema eléctrico como para mantener la rentabilidad de las plantas de generación renovables que se incorporen. A ese respecto, el autor considera que el objetivo marcado en el PNIEC para la capacidad de almacenamiento disponible en 2030, aunque muy deseable, no es creíble a la vista de la evolución reciente del sector eléctrico. Aunque el apoyo desde el Plan de Recuperación pueda dinamizar la entrada de nueva capacidad de almacenamiento, solo una regulación clara, que no se dilate en el tiempo, de mecanismos de capacidad y flexibilidad puede introducir señales a los inversores que realmente proporcione el impulso necesario.
En segundo lugar, en el informe se realizan diversas consideraciones sobre el escenario eléctrico que se contiene en el borrador del PNIEC. En ese ámbito, considera que las previsiones sobre el despliegue de generación termosolar, si bien rebajadas con respecto a la versión vigente del PNIEC, resultan también optimistas. Adicionalmente, señala que el cálculo efectuado sobre el mix de generación eléctrica para el año 2030 incorpora el funcionamiento de cinco grupos nucleares durante gran parte del año 2030, aunque dicho documento indique que solo estará operativa la capacidad correspondiente a tres reactores. En relación con las hipótesis del PNIEC para el escenario eléctrico, el autor también considera que es muy improbable la disponibilidad para 2030 de dos conexiones adicionales con Francia a través de los Pirineos. En este contexto, una disponibilidad de almacenamiento y de interconexión menor que la prevista arrojaría dudas sobre el cumplimiento de los objetivos de entrada de renovables, en la medida en que conduciría a mayores vertidos de los contemplados y reduciría la rentabilidad de las nuevas instalaciones.
En tercer lugar, el autor considera que los objetivos de despliegue de capacidad de hidrógeno renovable para 2030 son optimistas, trasladando así los muy ambiciosos objetivos que en este ámbito se han fijado a escala europea. El cierre del paquete regulador energético en la UE en los próximos meses deberá aclarar las condiciones en que dicho despliegue podrá iniciarse si bien, a su juicio, el apoyo público en estos próximos años a través del Plan de Recuperación u otros instrumentos parece imprescindible para que se materialice la entrada de, al menos, una parte de los muchos proyectos empresariales anunciados. El autor enfatiza las enormes incertidumbres sobre la evolución futura de la demanda de hidrógeno renovable, clave para el despegue de esos proyectos.
En cuarto lugar, se destaca que, junto con la generación eléctrica, el transporte es el otro sector que deberá liderar el avance en la descarbonización en los próximos años. A ese respecto, se considera que la consecución de los objetivos de reducción de emisiones en el transporte sigue pivotando sobre unas previsiones optimistas en relación con el cambio modal, tanto en relación con el desplazamiento desde el transporte individual en beneficio del transporte público como en relación con el aumento de la cuota del transporte de mercancías por ferrocarril. El objetivo de crecimiento del parque de vehículos ligeros electrificados también parece difícil de alcanzar dada la evolución que, hasta este momento, está teniendo la matriculación de vehículos eléctricos y la evolución de la instalación de puntos de recarga. Sin embargo, en este punto, es previsible que pueda producirse una importante aceleración de la trayectoria de penetración de vehículos electrificados en la segunda mitad de esta década.
Junto al transporte, el consumo industrial y de los hogares son los otros protagonistas de la reducción del consumo energético que se proyecta en el PNIEC. El autor considera poco probable que los avances en la descarbonización de ambos sectores puedan contribuir significativamente a la reducción global de emisiones en los próximos años, aunque conviene ir avanzando en medidas de apoyo y regulatorias que faciliten su transición. Ello pasará en la mayoría de casos por su electrificación, con el apoyo cuando no sea posible de los gases renovables. En el caso de los sectores industriales, las características específicas del consumo energético y la tecnología de producción aconsejan una colaboración muy estrecha con las asociaciones y centros tecnológicos sectoriales. En el caso de los hogares, es necesario avanzar en el diseño de una estrategia sólida para su descarbonización, estrategia que a juicio del autor no se observa en el borrador actual del PNIEC. En ese sentido, en la revisión propuesta del PNIEC parece haberse perdido algo de ambición sobre el desplazamiento del uso de hidrocarburos en los hogares.
Finalmente, el autor considera que la aplicación de los múltiples instrumentos contemplados en el PNIEC, apoyado también por la disponibilidad de recursos procedentes del Plan de Recuperación, llevará a una considerable reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en España. A ese respecto, valora positivamente que el nuevo objetivo de reducción global de emisiones de España sea más ambicioso que el contemplado en la versión vigente del PNIEC, aunque no implique un aumento de ambición tan exigente como el planteado en el objetivo europeo conjunto. En cualquier caso, el autor recuerda que, como ocurrió con la versión vigente del PNIEC, sigue sin avanzarse en la aplicación coherente de una fiscalidad medioambiental, pese al elevado consenso existente acerca de su necesidad para internalizar los costes sociales asociados al proceso de transición ecológica.
En suma, el informe valora positivamente el aumento en el grado de ambición de los objetivos de descarbonización recogidos en el borrador de actualización del PNIEC. Sin embargo, a la vista de lo que se está observando en estos últimos años, se señalan un conjunto de áreas en las que se aprecia un retraso considerable para el cumplimiento de los nuevos objetivos propuestos. De modo muy destacado, se observa un ritmo más lento que el deseable en la electrificación de sectores clave como el transporte o los hogares, pero también una considerable distancia entre la ambición del nuevo objetivo de almacenamiento energético y la realidad de su despliegue.
Más información
Rodriguez, D. (2023). “Sobre la revisión del PNIEC”. Fedea, Estudios sobre la Economía Española no. 2023-06, Madrid.