Fedea publica hoy un trabajo de Montse Gomendio (CSIC) en el que se analiza la situación actual del sistema educativo español y su evolución histórica, con especial atención al último medio siglo. Apoyándose en datos comparativos internacionales, el estudio repasa la situación de España en términos de acceso a y desempeño en los distintos niveles educativos y de la distribución de conocimientos y habilidades del conjunto de la población en edad de trabajar. Se analizan también algunas cuestiones relacionadas con la estructura y diseño del modelo escolar y con la selección, formación y gestión del profesorado que se consideran claves para la calidad del sistema educativo. En base a todo ello, la autora presenta un diagnóstico de las principales debilidades de nuestro sistema educativo y una valoración crítica de algunas de las reformas más importantes realizadas en las últimas décadas. Implícito en estas discusiones hay también todo un programa de reforma educativa que orientó la labor de la profesora Gomendio durante su etapa como Secretaria de Estado de Educación, entre 2012 y 2015.
España ha sufrido tradicionalmente un claro retraso educativo con respecto a la mayor parte de los países avanzados que sólo se ha ido cerrando a partir de 1990. Durante este último período de rápida convergencia en años medios de escolarización, nuestra política educativa no siempre ha perseguido, en opinión de la autora, los objetivos correctos. En particular, se ha concentrado en incrementar las tasas de acceso a los niveles educativos no obligatorios y en reducir las tasas aparentes de fracaso escolar, en detrimento de la mejora de la calidad del sistema. Esta opción se ha traducido en el mantenimiento de niveles elevados de inversión en nuevas plazas universitarias y preescolares y de gasto en la reducción del número de alumnos por profesor, acompañado de la renuncia a establecer evaluaciones estandarizadas a nivel nacional y de una gradual reducción de los niveles de exigencia. Tampoco se ha prestado la atención suficiente a la calidad del profesorado, descuidando sus procesos de selección y formación, además de sus incentivos profesionales.
Dadas estas políticas, se argumenta en el trabajo, no resulta seguramente sorprendente que los resultados de los estudiantes españoles en las evaluaciones comparativas internacionales se mantengan generalmente estancados por debajo de la media, que los niveles de competencias de nuestros graduados universitarios sean comparables a los de los estudiantes de secundaria de los países más avanzados en este ámbito, o que no se detecten mejoras significativas de desempeño en las cohortes más jóvenes pese a su creciente número de años de escolarización.
La autora rechaza la popular interpretación de que España ha sacrificado la calidad por la equidad en materia educativa, observando que la nivelación de los resultados a la baja no sirve a los intereses de ningún segmento de la población y que el sistema presenta un problema persistente de elevado abandono educativo temprano que perjudica especialmente a los grupos más vulnerables. En su interpretación, este problema tiene mucho que ver con algunos aspectos de la LOGSE (la primera gran ley de reforma educativa de la época democrática). Copiando a destiempo lo hecho por otros países con sistemas educativos más maduros y alumnados más homogéneos, en esta norma se optó por elevar de 14 a 16 años la edad mínima de salida del sistema escolar a la vez que se eliminaba la posibilidad de optar por la formación profesional (FP) antes de esta última edad y se cegaba el paso del primer al segundo ciclo de FP. El antiguo primer ciclo de FP, que absorbía en torno al 30% de los estudiantes, desapareció, dejando como única opción dos años adicionales de formación académica antes de poder optar a un nuevo primer ciclo de FP que, además, no permitía el acceso a los ciclos superiores o a la universidad. Ante una perspectiva poco atractiva, una parte importante de los estudiantes peor preparados optaron por abandonar el sistema educativo sin un título tras repetir varios años de secundaria. Esta situación ha generado un llamativo agujero en los niveles medios de formación, dejándonos con una atípica distribución de la población por niveles educativos caracterizada por un peso muy elevado de ambas colas en detrimento de la formación profesional y del segmento intermedio que domina en la mayor parte de países de nuestro entorno.
Más información
Gomendio, M. (2023). “The Level of Skills in Spain: How to Solve the Puzzle using International Surveys.” FEDEA, Estudios sobre la Economía Española no. 2023-35. Madrid.
Foto: Natalie Johnson