Fedea publica hoy un trabajo de C. Bellés, M. Flores, P. García, S. Jiménez y J. Vall en el que se analiza la evolución de la desigualdad en términos de pensiones en España y se estima el efecto sobre la riqueza de seguridad social (valor descontando de los derechos esperados de futuras pensiones) de las reformas de las pensiones de vejez acaecidas entre 1985 y 2019[1] utilizando datos administrativos de la Seguridad Social española tomados de la Muestra Continua de Vidas Laborales (MCVL)..
La evolución de la desigualdad en términos de pensiones iniciales se ilustra en la figura 1. En el panel A se utilizan datos sobre la cuantía total de la pensión, mientras que en el panel B se excluyen los complementos a mínimos. La desigualdad en la pensión inicial para los individuos se mantuvo estable hasta 2005, cuando el índice Gini de desigualdad (0 indica igualdad absoluta y 1 desigualdad máxima) alcanzó un máximo de 0,35. La desigualdad comenzó a disminuir luego hasta 2013, cuando se estabilizó en torno a 0,30. Se aprecian tendencias y niveles diferentes para las mujeres y los hombres jubilados. Observamos un gran aumento de la desigualdad en las primeras prestaciones entre las mujeres entre 1997 y 2010, seguido de una leve disminución. Por el contrario, la desigualdad disminuyó entre los hombres entre 1996 y 2011 y aumentó ligeramente a partir de entonces. La desigualdad en las pensiones iniciales es mayor (5-6 centésimas) entre las mujeres que entre los hombres al final de nuestro período de observación.
El panel B de la figura 1 ilustra la importancia de los complementos a mínimos para reducir las desigualdades en las pensiones de vejez para ambos sexos, aunque especialmente entre las mujeres. Así, cuando excluimos los complementos a mínimos la desigualdad entre las mujeres aumenta ostensiblemente, llegando casi a doblarse en la primera década del presente siglo. Ello es sin duda debido a la prevalencia de carreras contributivas cortas o intermitentes y menores salarios entre las mujeres que accedían a pensiones entre 1990 y 2010. Afortunadamente a partir de 2010 el impacto de los complementos a mínimos es mucho menos evidente.
Al objeto de evaluar el impacto de las reformas de la normativa de jubilación introducidas entre 1985 y 2019 sobre la riqueza de la seguridad social evaluamos la misma bajo el sistema en que cada individuo se ha jubilado realmente con la riqueza que hubiera tenido si se hubieran mantenido las reglas de 1985. La evaluación se hace en base a la muestra continua de historiales laborales de 2019. El efecto total se descompone entre un efecto directo o mecánico impulsado por cambios en las reglas para calcular las prestaciones, y un efecto secundario o conductual debido a cambios inducidos en el comportamiento de jubilación. En nuestro cálculo tenemos en cuenta las diferencias en esperanza de vida según el nivel de ingresos.
Para ello, estimamos la probabilidad condicional de mortalidad dentro del marco de un modelo de riesgo proporcional paramétrico. Encontramos que los trabajadores cualificados presentan tasas de supervivencia más altas en todas las cohortes, con una brecha creciente entre los hombres. Por otro lado, la desigualdad en la supervivencia relacionada con los ingresos está aumentando entre los hombres. Para las mujeres este gradiente es menos evidente, aunque está surgiendo en las cohortes más jóvenes, a edades más avanzadas.
Figura 1. Desigualdad en pensión inicial con y sin complemento a mínimos.
1996-2019
En cuanto al impacto de las recientes reformas en la riqueza de seguridad social, encontramos que, en comparación con las normas de 1985, la riqueza había aumentado en 2019 en unos 18.000 € (10%) para los hombres y 15.000 € (8%) para las mujeres en promedio. Este efecto refleja principalmente el efecto mecánico o directo (por ejemplo, a través de ajustes de las prestaciones), ya que la parte impulsada por cambios en la probabilidad de jubilación (efecto secundario o conductual) es relativamente pequeña.
Además, encontramos diferencias notables según el cuartil de ingresos, tanto para hombres como para mujeres. En ambos casos, existe un claro gradiente de renta, donde el cuartil más rico es el que más se ha visto beneficiado por las reformas con un incremento cercano a 50.000 euros (20%) tanto para hombres como para mujeres. Por el contrario, encontramos que el efecto total es cercano a cero, e incluso ligeramente negativo, para el cuartil de ingresos más pobre para los hombres y los dos cuartiles de ingresos más pobres para las mujeres. Es probable que esto se deba al efecto de las prestaciones mínimas (que marcan la generosidad del sistema, véase Boldrin et al, 1999) que absorben automáticamente cualquier otro cambio para las personas de bajos ingresos.
Trabajo completo
Bellés, C., M. Flores, P. García, S. Jiménez y J. Vall (2024). “Social Security Reforms and Inequality among Older Workers in Spain.” FEDEA, Estudios sobre la Economía Española no. 2024-33. Madrid.
[1] Consideramos en el análisis las reformas acaecidas entre 1985 (sistema inicial) y 2019, es decir las reformas introducidas en 1997, 2002, 2007, 2011 y 2013. Véase el documento completo para una descripción detallada de las mismas. (Inicio)