Hasta tiempos recientes las prestaciones contributivas de la Seguridad Social se han financiado fundamentalmente con cotizaciones sociales pagadas por los trabajadores y sus empresas. Cada vez más, sin embargo, los ingresos propios del sistema contributivo de protección social se han tenido que complementar con aportaciones del Estado con cargo a impuestos generales. Estas crecientes transferencias han ido reduciendo los márgenes disponibles para hacer frente a otras necesidades de una forma que ya es preocupante y podría serlo mucho más en las próximas décadas si no se consigue limitar el crecimiento del gasto en pensiones.
Para llamar la atención sobre este problema, Fedea publica hoy una nota de Ángel de la Fuente en la que se presenta un resumen comentado del estado actual y evolución reciente de las cuentas de la Seguridad Social Ampliada (SSA), un agregado que combina al Sistema de Seguridad Social con el de Clases Pasivas que gestiona las pensiones de ciertos colectivos de funcionarios. Entre otras variables de interés, en el trabajo se calculan dos indicadores del déficit de la SSA que miden los recursos adicionales que el Estado ha de inyectar (posiblemente en parte mediante deuda) para cubrir la brecha entre el gasto del sistema y sus ingresos propios. El primero, al que el autor denomina déficit básico, es simplemente el déficit presupuestario total del sistema sin tener en cuenta las transferencias corrientes del Estado. El segundo, el déficit contributivo, es la diferencia entre los gastos y los ingresos contributivos de la SSA y puede interpretarse como el plus de generosidad que el subsistema contributivo de protección social ofrece por encima de lo que sería sostenible con una lógica de puro seguro social de reparto.
El Cuadro 1 ofrece una visión general de las cuentas de la Seguridad Social Ampliada. Sus dos primeras columnas muestran las grandes magnitudes del sistema en 2019 y 2023, medidas siempre a precios de 2019 utilizando el deflactor del PIB. Los datos de 2019 son ya finales y provienen de la liquidación del Presupuesto de la Seguridad Social, mientras que los de 2023 corresponden a los presupuestos aprobados. La tercera columna muestra la variación porcentual de cada partida entre los dos años indicados y la cuarta su peso en los ingresos o gastos totales consolidados de 2023. El primer bloque del Cuadro resume los ingresos de la SSA, el segundo sus gastos, el tercero su saldo neto (ingresos – gastos) y el cuarto su deuda bruta y neta del Fondo de Reserva.
El análisis del Cuadro revela algunos hechos interesantes. Mientras que el PIB real prácticamente no ha variado entre 2019 y 2023, tanto los ingresos como los gastos del sistema han crecido apreciablemente. Centrándonos en primer lugar en la evolución del gasto, las partidas que más han crecido proporcionalmente (casi un 65%) son las de carácter no contributivo. En este ámbito, es destacable el meritorio esfuerzo realizado para mejorar la financiación del sistema de atención a la dependencia, crónicamente infradotado presupuestariamente desde su puesta en marcha, y la creación del Ingreso Mínimo Vital (IMV) como prestación de último recurso para la protección de los hogares más vulnerables. En términos absolutos, sin embargo, el incremento del gasto no contributivo (unos 4.000 millones de euros a precios constantes) es muy inferior al del gasto en prestaciones contributivas, que se acerca a los 18.000 millones, de lo cual algo más de 16.000 millones corresponden al gasto en pensiones, incluyendo las de clases pasivas.
Cuadro 1: Las cuentas del Sistema de Seguridad Social ampliado, 2019 y 2023 Ingresos y gastos consolidados en millones de euros de 2019
Los ingresos, por su parte, han aumentado bastante más que los gastos (+20,7% vs +12,8%), así que en principio el saldo presupuestario del sistema ha mejorado sensiblemente, como muestra la reducción del déficit desde 16.700 hasta 6.400 millones de euros a precios de 2019. Sin embargo, esta mejora se debe exclusivamente al fortísimo aumento de las aportaciones del Estado, que se han más que duplicado en cuatro años mientras que los ingresos propios del sistema por cotizaciones sociales han crecido menos que el gasto. Si nos centramos en el déficit básico del sistema (el registrado antes de transferencias estatales), la foto es muy distinta, pues el déficit habría aumentado en 12.700 millones o un punto de PIB entre 2019 y 2023, indicando que la brecha entre los gastos y los recursos “propios del sistema” ha aumentado, y con ella la carga que éste supone para la hacienda general del Estado. Algo similar sucede con el déficit contributivo, que también se incrementa hasta niveles preocupantes. En años recientes, el gasto en prestaciones contributivas ha estado más de un 30% por encima de los ingresos contributivos puros del sistema. Con datos de 2022/23 la brecha entre gastos e ingresos contributivos está en torno a los 48.000 millones de euros (a precios de 2019), acercándose al 4% del PIB, absorbe alrededor de un tercio de los ingresos tributarios totales del Estado y supone una parte sustancial del déficit del conjunto de las administraciones públicas españolas.
Durante ese período, finalmente, la deuda del sistema con el Estado (tanto bruta como neta del Fondo de Reserva) ha aumentado en casi un 90% hasta situarse en torno a los 100.000 millones de euros.
Más información
de la Fuente, A. (2023). “Las cuentas de la Seguridad Social Ampliada, 2019-2023.” Fedea, Colección Apuntes, no. 2023-16. Madrid.