Economía Digital, Energía y Medio Ambiente

La competencia en los mercados digitales

Las oportunidades de negocio se están desplazando cada vez más hacia actividades vinculadas al procesamiento y manejo de información y a la prestación de servicios a través de redes físicas y virtuales. Las empresas son cada vez más digitales.

Fedea publica hoy un trabajo de Xavier Vives (IESE) en el que se analizan las características específicas de los mercados digitales y algunas de sus implicaciones. El trabajo se presentará mañana en un seminario en la sede de Fedea que incluirá una mesa redonda sobre la regulación del mundo digital en la que participarán la presidenta de la Comisión Nacional de Mercados y Competencia, Cani Fernández, el Director General de DigitalES y exSecretario de Estado de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información, Victor Calvo-Sotelo, y el profesor Juan José Ganuza (UPF y Funcas).

El profesor Vives destaca que las peculiaridades de tales mercados se deben fundamentalmente a la presencia de efectos de red y economías de escala dinámicas, lo que favorece la aparición de grandes plataformas tecnológicas que tienden a disfrutar de un gran poder de mercado.

Una fuente importante de este poder de mercado es un circuito de retroalimentación que genera grandes cantidades de datos (de propiedad privada) de los clientes con la actividad de la plataforma, procesa los datos con inteligencia artificial y técnicas de aprendizaje automático, explota las externalidades de red y genera, a su vez, más actividad y más datos (con economías de escala dinámicas, ya que más datos conducen a mejores algoritmos y capacidad de predicción). Este circuito de retroalimentación consolida un ecosistema con altos costos de cambio endógenos para que los clientes dejen la plataforma. La tecnología de la información también ha permitido una discriminación más selectiva de los clientes, que puede utilizarse no sólo para ofrecer servicios más personalizados sino también para discriminar en precios en un grado muy fino. 

Es posible, por tanto, que estemos entrando en una fase de oligopolios basados en plataformas. En este contexto, las autoridades de competencia y las reguladoras se enfrentan a un reto complicado. La percepción es que las leyes antimonopolio actuales pueden no ser la herramienta adecuada para controlar el poder de mercado de las plataformas, dado que no han evolucionado con el progreso tecnológico, y que la regulación ex ante debería desempeñar un papel importante.

La intervención pública en las industrias de redes y la economía digital plantea un desafío. Por un lado, los efectos de red y la dinámica del Big Data pueden causar fallos en el mercado: los usuarios pueden coordinarse con estándares inferiores, las empresas pueden no conseguir compatibilidad de sus productos y luchar por ecosistemas diferenciados para aumentar el poder de mercado, y puede surgir el dominio de la plataforma en importantes segmentos del mercado. Por otro lado, la intervención pública es propensa a errores, normalmente va a la zaga de la evolución del mercado y, cuando intenta mirar hacia el futuro, necesita anticipar acontecimientos muy inciertos. Hay opiniones y movimientos para sustituir la intervención antimonopolio ex post en favor de una regulación ex ante.

La Comisión Europea (CE) ha sido pionera en casos contra algunas de las plataformas. Ahora hay una reacción hacia las bigtech en todas las jurisdicciones con propuestas para restringir sus actividades (e incluso amenazando con separaciones de negocios) con Estados Unidos, Reino Unido, UE y China como principales ejemplos que en ocasiones están despertando dudas. Por ejemplo, las nuevas directrices estadounidenses sobre fusiones (diciembre 2023), al hacer hincapié en la estructura del mercado por encima de los efectos económicos, pueden ir en contra de los resultados del análisis económico. Según las nuevas directrices, las agencias públicas pueden bloquear más fácilmente cualquier fusión en una industria con tendencia a la concentración. Sin embargo, si esta tendencia a la concentración surge de un cambio tecnológico que aumenta la importancia de los costos hundidos endógenos (en inversiones en I+D, por ejemplo), entonces la concentración puede ser eficiente.

La consideración de las perspectivas de innovación es crucial para las autoridades antimonopolio, pero la tarea no es fácil. Los actores dominantes pueden no tener incentivos para implementar innovaciones disruptivas, ya que canibalizarían su negocio establecido, y este es un argumento para que las autoridades antimonopolio eviten adquisiciones de competidores potenciales que amenazarían el negocio. Sin embargo, la tendencia a imponer obligaciones regulatorias a las plataformas también puede sofocar la innovación. Es muy difícil para un regulador anticipar dónde se producirán los avances tecnológicos. Sin embargo, sí sabemos que una competencia insuficiente perjudicará la innovación. Fomentar la interoperabilidad y la portabilidad de los datos con una asignación adecuada de derechos de control sobre estos puede ser eficaz para aumentar la competencia entre los ecosistemas de diferentes plataformas. Esto reduce los costos de cambio entre plataformas y será favorable a la competencia.

En conclusión, la política y regulación de la competencia deben estar a la altura del desafío de garantizar que la capacidad disruptiva de la tecnología y las plataformas digitales para mejorar el bienestar se materialice y, así, genere beneficios para los consumidores y la sociedad en general sin poner en peligro la privacidad, la seguridad de las transacciones y la integridad del mercado.

Video presentación

Presentación de Xavier Vives, IESE Business School «Competition in Digital Markets». Fedea, 5 de marzo de 2024.

Más información

Vives, X. (2024). “La competencia en los mercados digitales.” FEDEA, Documento de Trabajo no. 2024‑01. Madrid.

Foto: c cogua