Hacienda Pública y Distribución de la Renta

Boletín Fedea no. 23: Situación económica y respuesta a la crisis de Ucrania

Fedea publica hoy un nuevo número de su Boletín centrado en el análisis de la actual situación económica y de la respuesta a la crisis causada por la invasión de Ucrania. La primera parte del documento repasa la evolución en lo que va de año de algunos indicadores de actividad económica, empleo, precios y finanzas públicas, comparándola con la de períodos similares de los últimos ejercicios comenzando en 2019, el último año antes de la pandemia. La segunda parte se dedica al análisis y valoración de las principales medidas económicas y sociales tomadas en los últimos meses por el Gobierno español para mitigar los efectos de la guerra de Ucrania.

La economía española ha aguantado mejor de lo esperado en la primera mitad de 2023, tanto en términos de actividad como de precios. No sólo parece que hemos sorteado la recesión que muchos analistas preveían hace unos meses, sino que la crisis inflacionaria ha comenzado a remitir. Esto ha sido posible gracias a la favorable evolución de los precios energéticos, cuyo descenso en los últimos meses ha invertido el signo del shock externo al que nos enfrentamos, reduciéndolo en un 40% desde el pico máximo alcanzado en el segundo trimestre de 2022. También ha sido muy importante el responsable comportamiento de los agentes sociales, plasmado entre otras cosas en el reciente acuerdo marco para la negociación colectiva, que apuesta por subidas salariales moderadas durante los próximos tres años.

Gráfico 1: Evolución del PIB real, las horas trabajadas y el empleo asalariado efectivo con respecto a 2019 índice con base 100 = mismo trimestre de 2019

Con todo, el panorama presenta algunas sombras además de luces. El crecimiento del PIB en la parte final de 2022 y comienzos de 2023 ha sido sólido y nos ha permitido recuperar, finalmente, los niveles de actividad anteriores a la pandemia (Gráfico 1). Sin embargo, hemos sido de los últimos en conseguirlo y en este momento ocupamos la penúltima posición de la UE en términos del crecimiento del PIB real acumulado entre el primer trimestre de 2019 y el primero de 2023, por delante sólo de Alemania que ha entrado en recesión en los últimos meses (Gráfico 2).

Gráfico 2: PIB real, crecimiento acumulado entre 2019T1 y 2023T1

Clave: Cr = Croacia: Pol = Polonia; Sln = Eslovenia; Ro = Rumanía; Bu = Bulgaria; Dk = Dinamarca; Sw = Suecia; Lit = Lituania; Gr = Grecia; Hu = Hugría; Lat = Letonia: Por = Portugal; Be = Bélgica; Nl = Países Bajos; EU27 = UE27; Slk = Eslovaquia; Est = Estonia: Euroz = Zona Euro; Fi = Finlandia; It = Italia; Ost = Austria; Fr = Francia; Cz = Chequia; Sp = España; Ge = Alemania.

La evolución del empleo está siendo también mejor de lo esperado, pero una lectura cuidadosa de los indicadores disponibles y las limitaciones de los datos existentes, especialmente sobre los trabajadores con contratos fijos discontinuos, apuntan a la necesidad de evitar lecturas triunfalistas del comportamiento de esta variable. Así, mientras que el número de afiliaciones a la Seguridad Social se sitúa en torno al 8% por encima del nivel prepandemia, las horas trabajadas siguen ligeramente por debajo de esta referencia. En la misma línea, mientras que el paro registrado se situaba en 2022 claramente por debajo de su nivel de 2019 y ha continuado reduciéndose a buen ritmo en 2023, el paro efectivo (en el que se incluyen los trabajadores con contrato fijo discontinuo que se han inscrito en el SEPE como demandantes de empleo) registra una evolución muy diferente: esta variable cae entre 2019 y 2022 mucho menos que el paro registrado y repunta durante el ejercicio en curso (con respecto al mismo mes de otros años), habiendo superado el nivel de 2022 en marzo y el de 2019 en junio.

Gráfico 3: Comparación de dos indicadores mensuales de paro

a. Paro registrado

Nota: millones de personas

b. Paro efectivo

Algo similar sucede en el caso de la inflación. Anticipándose en unos meses a sus homólogos europeos, el índice general ha caído rápidamente durante la primera parte del año, hasta situarse por debajo del 2% en el avance de junio. Sin embargo, la inflación subyacente y la alimentaria se mantienen en niveles preocupantemente elevados (del 5,8 y 8,5 por ciento respectivamente en mayo) y los tipos de interés­­ continúan su escalada (con el Euribor ya por encima del 4%), generando una presión creciente sobre los presupuestos familiares.

Gráfico 4: Índice armonizado de precios al consumo variación interanual en porcentaje, España vs. Zona Euro y UE27

a. Índice general

b. Sin energía o alimentos no procesados

c. Alimentos no procesados

Finalmente, resulta llamativa la evolución de los ingresos tributarios, que en los últimos años han crecido claramente por encima del PIB sin que haya habido incrementos significativos de los tipos de gravamen de los grandes impuestos. La evolución de las principales bases tributarias sugiere que puede haberse producido una cierta afloración de actividad económica anteriormente sumergida, quizás como resultado de un cambio de actitudes ligado a la pandemia (para asegurar el acceso a las ayudas públicas en caso de necesidad). A esto habría que sumar, sin embargo, otros factores de carácter transitorio, incluyendo el embalsamiento de la demanda durante la pandemia, el fuerte repunte de la inflación y un rápido crecimiento de las rentas públicas financiado con deuda, lo que hace pensar que el crecimiento de la recaudación tenderá a ralentizarse en el futuro próximo.

En esta situación, la atención del Gobierno sigue centrándose en cómo ayudar a hogares y empresas a hacer frente a las consecuencias de la crisis, con especial atención a los más vulnerables. Las políticas adoptadas en este ámbito no han variado demasiado desde el inicio de la guerra. Entre ellas cabe destacar las subvenciones a la energía y alimentos, mediante bonificaciones directas del precio de los carburantes y la rebaja de la carga fiscal sobre la electricidad, el gas y los alimentos básicos, los descuentos en los abonos de transporte público, las ayudas directas a colectivos vulnerables, incluyendo los complementos extraordinarios al Ingreso Mínimo Vital y a las pensiones no contributivas, y a los sectores especialmente afectados, como el primario y el del transporte.

Como hemos argumentado en mayor detalle en boletines anteriores, habría sido preferible concentrar aún más las ayudas en los hogares y sectores más afectados mediante ayudas directas selectivas, evitando las subvenciones generales a la energía y ciertos alimentos que tienen un elevado coste y recaen en buena parte sobre hogares y empresas que no los necesitan. Algo se avanzó en esta línea hace unos meses, con la sustitución de la bonificación general a los combustibles por una batería de medidas específicas dirigidas a los sectores más afectados y la introducción del cheque de 200 euros para las familias de menor renta. Los avances en esta línea, sin embargo, han sido insuficientes y no han tenido la continuidad que habría sido deseable, en parte al menos porque la cercanía de las elecciones dificulta la introducción de cualquier medida que pueda ser percibida como un recorte. Esperemos que, una vez pasados los comicios, se apueste más decididamente por la eficiencia.

Más información

de la Fuente, A. (2023). “Boletín Fedea no. 23. Situación económica y respuesta a la crisis de Ucrania.” FEDEA, Estudios sobre la Economía Española no. 2023-23.