- El sistema de atención a la dependencia ha adquirido un tamaño considerable en pocos años a pesar de que su desarrollo se ha visto dificultado por la escasez de recursos derivada de la crisis.
- La situación actual del SAAD presenta características preocupantes, incluyendo largas listas de espera, fuertes diferencias interregionales en términos de tasas de cobertura, calidad de los servicios y niveles de copago, así como una gran incertidumbre presupuestaria y un inexistente sistema de valoración.
Fedea publica el primer boletín de un nuevo Observatorio anual del Sistema de Atención a la Dependencia. El informe, que ha sido elaborado por Sergi Jiménez, Cristina Vilaplana y Analía Viola, repasa la evolución del Sistema de Atención a la Dependencia (SAAD) y analiza su estado actual apoyándose en las estadísticas disponibles sobre presupuesto, prestaciones, usuarios y solicitantes.
El sistema de atención a la dependencia ha adquirido un tamaño considerable en pocos años a pesar de que su desarrollo se ha visto dificultado por la escasez de recursos derivada de la crisis. Actualmente algo más del 8% de la población española mayor de 65 años recibe ayudas para la dependencia, lo que nos sitúa claramente por debajo de la media de la OCDE (un 11,4%), aunque muy por encima de países como Italia (4,8%) o Portugal (2,1%). A estos niveles de cobertura se ha llegado tras un período de rápido crecimiento del gasto que comienza antes del nacimiento del actual SAAD y termina en 2010, cuando se inicia un período de estancamiento en el gasto y de recortes en la aportación estatal que han ralentizado muy apreciablemente la concesión de prestaciones, especialmente en los casos menos severos.
Los autores destacan que la situación actual del SAAD presenta algunas características preocupantes. Una de ellas es la existencia de largas listas de espera para la recepción efectiva de las ayudas. A finales de 2015, el 1,7% de las personas de 65 años o más se encuentra a la espera de recibir una prestación. Esta cifra, además varía enormemente entre comunidades autónomas, oscilando entre el 0,1% y el 5,5%. Otro fenómeno preocupante es la existencia de diferencias muy importantes entre regiones en términos de cobertura y calidad de sus servicios y en los niveles de copago que se exigen a los usuarios, así como la persistencia de grandes carencias en el sistema de evaluación y valoración del SAAD por parte de los ciudadanos. Además, el sistema se encuentra actualmente en un momento de incertidumbre e indefinición en el que sus gestores directos no tienen una idea clara de los recursos con los que pueden contar a corto y medio plazo, lo que dificulta la planificación de la oferta de servicios.
En opinión de los autores, resultará necesario inyectar más recursos al sistema para poder ofrecer una cobertura razonable de las muchas y crecientes necesidades existentes en este campo. Con este fin, sería aconsejable diversificar las fuentes de financiación, planteando un cóctel entre financiación pública vía impuestos y contribuciones que garanticen un mínimo de atención para todos los ciudadanos y fórmulas de aseguramiento privado complementario.