Fedea publica hoy el Informe 2022 del Observatorio de Innovación, elaborado por Juan Mulet. El documento comenta los datos más recientes capturados por el INE en su Estadística de I+D y Encuesta de Innovación, que corresponden a 2020.
En él también se compara la situación española con la de otros países de referencia reflejada en las últimas ediciones de dos Informes internacionales de prestigio: el European Innovation Scoreboard (EIS) de la Comisión Europea y el Global Innovation Index (GII), publicado en esta ocasión por WIPO con la colaboración del recientemente creado GII Academic Network, en el que participan instituciones académicas de varios países, entre ellas el INSEAD y Cornell University y otras de Brasil, China, Colombia, Egipto, México, Nigeria y Rusia.
Los datos españoles demuestran que la actual crisis ha tenido escasas consecuencias en los datos de I+D, porque incluso el gasto total (GERD) ha crecido en 2020 en un 1,3% respecto al año anterior y alcanzó los 15.768 millones de euros, el 1,41% del PIB. Evidentemente, el aumento en términos del PIB se debe al descenso de este último indicador.
La innovación española sí ha sentido los efectos de la pandemia. El gasto en actividades innovadoras se redujo en un 11,9% en 2020 y se situó en 17.074 M€). Las empresas que se declararon innovadoras en el período 2018-2020 fueron solo el 22,6%. Cuando se pregunta por el tipo de innovación este porcentaje es del 12,6% para las que innovaron en producto y un 19,9% para las innovadoras en proceso. Como es habitual, la actividad de I+D realizada internamente (I+D interna) en las empresas supone la mayor partida de gasto, con el 49, 0%, seguida por el incurrido por causas de otras actividades innovadoras, que absorbe un 40,7%, mientras que la contratación de I+D a otras empresas o instituciones representa el 10,3% del Total. Estos porcentajes fueron en 2019, respectivamente 42,9%, 46,2% y 11,0%, lo cual demuestra que las empresas aumentaron ligeramente su gasto en I+D interna, a costa de reducir las otras partidas de innovación. Otros indicadores confirman que las empresas que desarrollan I+D optan por mantener su capacidad en tiempos de dificultades.
La comparación internacional sigue demostrando la baja actividad investigadora e innovadora española, cuyo volumen no se corresponde con el nivel de desarrollo de la actividad económica del país. Es evidente que la generación y uso del conocimiento no son ventajas competitivas que sean consideradas fundamentales, confiándose en las que hasta ahora han permitido el desarrollo económico. El informe del Observatorio de este año presenta la evolución de los indicadores de I+D e Innovación desde el comienzo de la anterior crisis hasta el año 2020, comparándola con los países europeos de referencia. Mientras que estos países han aumentado su dedicación a la creación y uso del conocimiento, España la ha disminuido y solo muy recientemente se han recuperado valores previos a la crisis. La caída de los recursos se inició desde el comienzo de las crisis y la recuperación fue tardía y lenta. Estos años han sido de pérdida de convergencia con Europa y se está lejos de alcanzarlos.
El análisis de los informes internacionales citados ofrece una vía para analizar las causas de la mala situación española. Según el EIS, las dimensiones de la innovación que más alejan a España de los países más avanzados europeos son las llamadas “Innovadores” e “Impacto sobre el empleo”, con puntuaciones del orden del 20% de Alemania. Estas dimensiones se miden con indicadores primarios. Así, el número de empresas innovadoras, tanto en producto como en proceso, determinan la dimensión “Innovadores”, mientras que el empleo en actividades intensivas en conocimiento y en empresas innovadoras son la base de la segunda Dimensión.
Para el informe GII, los pilares en los que España se sitúa peor son el llamado “Capital Humano” y el de “Complejidad de los negocios”. Para el primero, la mayor diferencia está en la actividad de I+D, seguida de la Educación General y para el segundo son los “Trabajadores del Conocimiento” y las “Relaciones para la innovación”.
Los dos informes internacionales denuncias importantes deficiencias estructurales para la innovación española: formación del capital humano, que tiene efectos directos en la calidad del empleo, y una débil capacidad tecnológica y de relación con las fuentes de conocimiento del tejido empresarial.
Trabajo completo, véase: Mulet, J. (2022). “La Innovación y la I+D españolas en 2020 y su evolución desde 2008. Comparación internacional.” FEDEA, Estudios sobre la Economía Española no. 2022-07, Madrid.
Para más información: Leticia Moreno