Fedea publica hoy un informe elaborado por Manuel Díaz (Fedea), Carmen Marín (Fedea) y Diego Martínez (Universidad Pablo Olavide y Fedea) en el que se ofrece una descomposición de los saldos presupuestarios de las Comunidades Autónomas (CC.AA.) en sus componentes cíclico y estructural para los años 2022 y 2023.
El saldo estructural se define como aquél que se obtiene tras neutralizar los efectos del ciclo económico, es decir, es el saldo que refleja las decisiones discrecionales de gastos e ingresos adoptadas por los gobiernos. Este indicador continúa siendo un elemento central en el marco de la supervisión fiscal de la Unión Europea. El saldo estructural no es observable y debe ser estimado. En la Figura 1 se han esquematizado los ajustes necesarios para llegar al valor del saldo estructural a partir del dato de saldo presupuestario ofrecido por la Contabilidad Nacional.
En primer lugar, se parte del saldo presupuestario de las regiones, que ha sido del -1,1% del PIB en 2022 y del -0,9% del PIB en 2023 y, siguiendo las recomendaciones de la AIReF, trasladamos las liquidaciones del Sistema de Financiación Autonómica (SFA) a su año natural. Este ajuste de liquidaciones fue extremadamente importante para el año 2022 ya que la liquidación de dicho año alcanzó un valor récord (1,5% del PIB). Para 2023 nuestra estimación de liquidación del SFA, a cobrar en 2025 pero computada en su año de origen, asciende a un 1,1% del PIB. Ambas liquidaciones suponen reducciones del déficit en ambos años en la medida en que superan a las efectivamente recibidas según el decalaje de dos años del SFA. De manera alternativa, nuestro trabajo también ofrece resultados considerando las liquidaciones en el año en que se cobran y no cuando se generan.
En segundo lugar, hay que descontar el efecto del ciclo económico sobre las cuentas públicas. Dado el particular sistema de ingresos de las CC.AA., estimamos el saldo cíclico distinguiendo los recursos que proceden del SFA de los que son exclusivos de cada Comunidad. La parte del saldo cíclico de los recursos del SFA se ha calculado teniendo en cuenta los efectos del ciclo a nivel nacional, mientras que la parte de los recursos propios de cada Comunidad se ha vinculado al ciclo específico de cada Comunidad.
Tanto en 2022 como en 2023, con economías regionales en expansión y output gaps positivos de manera generalizada, las CC.AA. han experimentado ligeros superávits cíclicos. Dado el déficit público de partida en Contabilidad Nacional, esta circunstancia eleva los déficits públicos estructurales a estimar. Con otras palabras, el ciclo económico expansivo provoca que los ingresos de las Comunidades sean mayores y se observe una mejoría aparente del saldo presupuestario, que debe descontarse en términos estructurales.
Por último, hay que eliminar del saldo presupuestario las operaciones no recurrentes. Para 2022, dichas operaciones estuvieron formadas por los ingresos extraordinarios de la compensación de la liquidación negativa de 2020 y la compensación por el impacto del cambio del SII del IVA de 2017 sobre la liquidación de 2019, que se reconoció en 2022. Además, hemos considerado también la parte de la “Línea COVID” de ayudas a las empresas que las CC.AA. no utilizaron y tuvieron que devolver al Estado en 2022. En 2023 no hemos detectado operaciones recurrentes a efectos de nuestra metodología.
Como resultado, tras realizar todos estos ajustes sobre el saldo presupuestario, obtenemos un saldo estructural de las CC.AA. del 0,2% en 2022 y del -0,9% del PIB en 2023. Por consiguiente, se ha producido un deterioro sustancial de 1,1 puntos del PIB en el último año, que logra el triste récord de convertirse en el peor de la serie histórica, si salvamos el excepcional 2020. Dicha evolución desglosada por CC.AA., al igual que los ajustes realizados en el último año analizado (2023), pueden consultarse en las tablas 8 y 9 (mantienen la numeración original del artículo) al final de esta nota.
Las CC.AA. en las que el empeoramiento del saldo público estructural ha sido más intenso son Extremadura, Andalucía y Baleares. Por el contrario, las forales y Cantabria registran la mejor evolución comparada. En términos del año 2023, Asturias, Cantabria y Navarra consiguieron superávits públicos estructurales, mientras que la C. Valenciana, Cataluña y la Región de Murcia alcanzaron los valores de déficit público estructural más elevados.
Dada esta situación, consideramos que, de cara a los ajustes fiscales a realizar en el contexto de la nueva gobernanza económica europea, la existencia de un notable déficit público estructural también constituye un reto para las CC.AA. Su abordaje requiere, a nuestro juicio, dos condiciones. La primera es iniciar, de una vez por todas, una reforma del sistema de financiación autonómica que corrija sus principales limitaciones y lo alinee con un nuevo marco de gobernanza fiscal de ámbito nacional. La segunda es que los gobiernos autonómicos adopten políticas fiscales prudentes, tanto en términos de gasto como de ingresos, especialmente ante la restauración de las reglas fiscales.
Más información
Díaz, M., C. Marín y D. Martínez (2024). “El saldo estructural de las Comunidades Autónomas, 2022-2023.” FEDEA, Estudios sobre la Economía Española, no. 2024-30, Madrid.