Reestructuración, regulación y ¿competencia?
Tradicionalmente se ha reconocido al sector ferroviario un papel determinante en el desarrollo económico y social de muchos países, donde ha servido como instrumento de promoción de la actividad industrial y comercial y como herramienta de integración de territorios. Caracterizado por la presencia de grandes economías vinculadas a la densidad de tráfico y por elevados costes hundidos asociados a infraestructuras de difícil o imposible recuperación, su modelo organizativo dominante ha sido, con algunas excepciones, el de un monopolio verticalmente integrado con fuerte dependencia de los fondos públicos para garantizar sus operaciones y financiar nuevas inversiones.
Sin embargo, desde mediados del siglo XX resultaba evidente que el sector había alcanzado una etapa madura de desarrollo, con resultados cada vez más decepcionantes para la sociedad: una cuota de mercado decreciente en el transporte de viajeros y de mercancías, una carga sobre el presupuesto público cada día más onerosa y una percepción generalizada, salvo en el caso de la alta velocidad, de una tecnología incapaz de atraer a nuevos viajeros.
La mayoría de los análisis identificaron las causas de este declive con el agotamiento del modelo organizativo tradicional y su incapacidad para hacer frente al dinamismo y la flexibilidad del transporte aéreo y por carretera. Por esta razón, a lo largo de las últimas décadas el sector ferroviario ha vivido profundos procesos de reestructuración encaminados a introducir más participación privada y, por ende, un grado mayor de competencia.
La Unión Europea optó, en general, por la desintegración vertical, con una separación total o parcial de infraestructuras y servicios en diferentes empresas que favoreciera tanto la competencia intermodal como a distintos operadores dentro de las mismas rutas. En otros países se mantuvo el modelo verticalmente integrado, pero introduciendo una regulación más flexible y promoviendo abiertamente la participación privada a través de concesiones o privatizaciones. Tanto en un caso como en otro, la reestructuración del sector ha conllevado cambios notables en el funcionamiento del sector, con resultados prometedores en algunos segmentos, y otros todavía decepcionantes.
En el caso de España, la Ley del Sector Ferroviario introdujo a partir de 2005 un cambio radical en la estructura del sector, con nuevos agentes públicos verticalmente no integrados (ADIF y Grupo Renfe), una nueva estructura regulatoria y, por fin, la apertura a la competencia; primero en el transporte de mercancías (desde 2006) y, actualmente en proceso, en el de viajeros (prevista para 2015).
La investigación se centra en el análisis de este nuevo marco institucional en España dentro del proceso de liberalización europeo y, particularmente, en el contexto del llamado “Cuarto Paquete Ferroviario”, actualmente en discusión. En este sentido, se realizará un completo estudio del papel estratégico de los agentes públicos y privados en el sector, de los mecanismos de regulación y de los resultados obtenidos hasta ahora, con particular relevancia a las posibilidades reales de competencia y los resultados esperables de ésta a medio y largo plazo.